“Para ganar la paz… es preciso ganar el campo primero”: LAFAURIE

El periódico Agricultura & Ganadería, por considerar de interés para los lectores publica la intervención de José Féliz Lafaurie Rivera, Presidente Ejecutivo de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán) en el acto de instalación del  40º CONGRESO NACIONAL DE GANADEROS – “SEGURIDAD GANADERA SOLIDARIA…, Porque unidos somos más”, realizado el jueves 28 de noviembre de 2024.

Agricultura & Ganadería

(Fedegán – Sábado 30 de noviembre de 2024).- “Para ganar la paz… es preciso ganar el campo primero”. Esta frase se la recordé al presidente Petro hace dos años, en este mismo recinto, cuando creí de buena fe que, a pesar de nuestras diferencias ideológicas y políticas, era algo en lo que podíamos coincidir con un gobierno de izquierda, como también en que un campo recuperado del abandono y la violencia podría erigirse en motor del desarrollo y convertir a Colombia en potencia agroalimentaria.

Cómo me habría gustado que estuviera aquí nuevamente, para volver sobre esa frase y evaluar en qué van esos propósitos que creíamos compartidos, ¿o acaso el campo fue otra vez una estrategia de campaña y no el eje de un programa de gobierno como esperábamos?

Esa frase -Para ganar la paz es preciso ganar el campo primero- no fue una ocurrencia retórica para llenar un discurso en 2022. Por el contrario, con tozuda insistencia, que prefiero llamar coherencia, la he repetido mil veces y la he defendido en mil espacios, desde cuando la lancé como consigna, por primera vez, en otro Congreso Nacional de Ganaderos, en noviembre de 2004, ¡hace ya veinte años!

Lo mío es el vallenato, no el tango, pero si en dos décadas el país sigue ciego frente a la causa de todos sus males, si no logra ver que su gran error histórico fue y ha sido condenar al abandono a la que hoy llaman la Colombia profunda, entonces debo repetir con Gardel que “veinte años no es nada” …

Que la paz de Colombia pasa, necesariamente, por la recuperación del campo es una convicción que, en lugar de menguar, se fortalece con la frustración de sentir que el país está ciego o se hace el ciego ante tan evidente relación de causalidad.

“Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven”. Es el descubrimiento final del protagonista de una gran novela, “Ensayo sobre la ceguera”, del nobel portugués José Saramago, en la que recrea una sociedad en que, sorpresivamente, todos empiezan a quedar ciegos, para recobrar luego la vista, pero después de muchos conflictos, traiciones y tribulaciones…

¿Por cuántos conflictos, traiciones y tribulaciones tenemos que pasar los colombianos para ver con claridad lo que, simplemente, está frente a nuestros ojos?

¿Es tan difícil ver que, en un campo atrapado en el hoyo profundo del abandono, la ilegalidad, la violencia y, con ellas, la desesperanza son un resultado inevitable?

País ciego que, viendo, es incapaz de ver que en el abandono de inmensos territorios que hoy llaman la “Colombia profunda”, la ilegalidad busca refugio y la violencia no encuentra contención ni castigo.

Sí, Colombia profunda la llaman, en una especie de reconocimiento de culpa, porque hasta ella no han llegado ni el Estado, ni el progreso ni el bienestar, pero sí 300.00 hectáreas de coca, sembradas por labriegos sin alternativa de subsistencia y por empresarios del delito.

Inmensos territorios donde el país ya no es soberano, algo que vio la ONU con claridad meridiana, porque la ley y el orden, la justicia y las instituciones son precarias o cooptadas por los bandidos. Inmensos territorios donde la ganadería es el último asomo de soberanía, porque la presencia legítima, civilista y productiva del ganadero también es soberanía. Inmensos territorios donde el ganadero, que no puede trastear con sus vacas para otra parte, sigue expuesto a la peor de las violencias, la del abandono, y a la cotidiana y desgarradora de las mafias narcoterroristas, en guerra por el control territorial para proteger sus rentas ilícitas; guerra alimentada por el narcotráfico, mal de males de la patria, aunque la patria no quiera verlo.

Hace 20 años el campo empezaba a resurgir gracias a la mano tendida que, sin entregar las instituciones, desmovilizó a más de 18.000 guerrilleros y 35.000 paramilitares, y gracias a la Seguridad Democrática, que persiguió sin cuartel a las mafias del narcotráfico.   

En 2010, el país llegó a un mínimo histórico de cultivos de coca y también de violencia. La Fuerza Pública había recuperado el control territorial y el país la soberanía, mientras las Farc, doblegadas militarmente, pero agazapadas en Venezuela, seguían siendo la principal mafia narcotraficante.

No obstante, Santos convirtió a esa guerrilla disminuida en alta parte negociadora, no para concertar su sometimiento al Estado de derecho, sino para modificarlo a su amaño y conveniencia, incluida una justicia transicional con vocación de impunidad y ahora de permanencia, una política antidrogas negociada con la mafia y una Reforma Rural negociada con la guerrilla que había destruido el campo durante décadas.

Si no fuera porque hoy sufrimos las consecuencias de ese Acuerdo sellado con un golpe tramposo y sin precedentes a la democracia, no habría traído a este Congreso una historia que dividió al país. Pero este país, ciego y además olvidadizo, todavía le hace celebraciones al acuerdo que prometió verdad y la contó a su conveniencia, prometió justicia y consagró la impunidad, prometió reparación y abandonó a las víctimas, prometió paz y multiplicó la violencia.

El país no puede olvidar, y si lo olvida aquí estamos para recordárselo, que los ganaderos, en legítima defensa de nuestros intereses, pero además por convicción y principios, fuimos el único sector que le plantó cara a la pretensión de negociar con una guerrilla comunista el futuro del campo y de la producción agropecuaria…, ¡nuestro futuro!

El país no puede olvidar que las Farc habían secuestrado y asesinado a miles de los nuestros, que nos habían sometido al impuesto oscuro de la extorsión, que nos habían declarado objetivo militar y que, en efecto, intentaron asesinar varias veces a mi antecesor, Jorge Visbal, y lograron asesinar a quien lo antecedió, José Raimundo Sojo.

Apoyar esa negociación era un imposible ético…, ¡y qué caro nos costó! La historia del país no conoce una persecución tan implacable a un gremio de la producción, como la que entonces sufrió FEDEGÁN.

Pero siempre vale la pena pagar el precio de la dignidad, que hoy, con la cara en alto, nos permite defender a los ganaderos y reclamar nuestros derechos a la seguridad, a la legítima propiedad de la tierra y a una política rural despojada de ideologías y enfocada al crecimiento.

Y seguiremos reclamando, ante este y todos los gobiernos venideros; hasta que el país vea y voltee a mirar al campo, porque los ganaderos no estamos apenas pintados en el mural de la historia colombiana. Somos, por el contrario, una realidad de 700.000 voces, 700.000 vidas, 700.000 esperanzas, que tienen derechos…, que construyen riqueza y tejido social en todo el territorio nacional.

Santos supo venderle a Colombia y al mundo sus negociaciones a partir de mentiras abiertas y con la promesa populista de que la paz firmada sería “estable… y duradera”.

Esa paz nunca llegó. Las Farc resucitaron en sus disidencias, el ELN prosigue con su estrategia de atacar, negociar y volver a atacar, y la delincuencia común está de fiesta. Volvimos al deshonroso lugar en lo más alto del podio de la producción mundial de cocaína… y al escalamiento de la violencia rural y urbana.

La Seguridad Solidaria

No es en vano que el tema central del Congreso Nacional de Ganaderos en su versión número 40 sea LA SEGURIDAD SOLIDARIA a partir de la unidad gremial ganadera, que tuvo su primera expresión en las BRIGADAS SOLIDARIAS GANADERAS en 2022, cuando las invasiones amenazaban la propiedad privada y desde el propio gobierno se estimulaba la movilización campesina.

Bueno es recordar que la respuesta entusiasta de los ganaderos a las Brigadas Solidarias y su eficacia para evitar pacíficamente las invasiones y lograr la reacción de las autoridades, fue lo que generó los primeros contactos con el Gobierno, que terminaron en el llamado “Acuerdo de Tierras” y, meses después, en la invitación del presidente Petro, hace dos años en este mismo recinto, a ser parte de la delegación gubernamental en el proceso de diálogos con el ELN.

No fue una decisión fácil. En este caso no había traición ni engaño, pues la negociación con el ELN era una promesa de campaña y, al parecer, el Gobierno pensaba que sería un proceso expedito por la afinidad de esa guerrilla con un gobierno de izquierda, aunque ya está demostrado que el ELN no pensaba lo mismo.

Sin embargo, era claro que el presidente no invitó al ciudadano, sino al  presidente de FEDEGÁN. Por eso la decisión se sometió a la Asamblea de delegados y, con ese respaldo, acepté pensando en la ganadería y en el campo, a sabiendas de ser una voz disonante, como lo he sido, lo cual, lejos de generar rechazo, ha producido respeto por la posición y la voz de FEDEGÁN, porque allá soy eso, la voz de todos ustedes, la voz de esa otra Colombia que votó en contra del plebiscito, y lo seguiré siendo si así lo disponen las decisiones de este Congreso.

Espero que nuestras voces no queden en el vacío, pues el futuro luce incierto para los diálogos con el ELN por varias razones: porque la voluntad de paz no es un compromiso de papel, sino de realidades de paz; porque el país se quedó esperando la manifestación inequívoca de paz que la delegación gubernamental exigió tras el atentado en Arauca y, a cambio, solo ha recibido manifestaciones de violencia: secuestros, extorsiones, reclutamiento de menores, atentados dinamiteros, paros armados y el asesinato sistemático de miembros de la Fuerza Pública. En fin, porque la ceguera del ELN, esa sí crónica, no le permite ver que el tiempo de su juego a dos bandas se le acaba.

Los ganaderos no nos hemos distraído. Siempre atentos a las señales que recibimos de todos los rincones ganaderos del país, Por ello, ya comenzando 2024, cuando la violencia rural volvió a asomarse amenazante, el éxito de las Brigadas Solidarias nos movió a dar un paso adelante: los FRENTES SOLIDARIOS DE SEGURIDAD Y PAZ, que ya fueron presentados en el video que acaban de apreciar.

Sin embargo, no tardaron, en ser satanizados, por el presidente inclusive y por el ministro de Defensa, como la resurrección del paramilitarismo. ¿Cómo esperar entonces que la sociedad no nos estigmatice, si desde el Gobierno se lanza semejante insinuación?

Parece que nada fuera suficiente, ni nuestras explicaciones y argumentos en declaraciones públicas y artículos de prensa, ni nuestras acciones de colaboración pacífica y civilista con las autoridades, como corresponde a cualquier ciudadano. 

No. Basta ya de narrativas infames. Nuestro único propósito es evitar ser golpeados por la violencia, como en el pasado. Nuestro propósito es trabajar por el campo y por Colombia, sin la zozobra del secuestro, la extorsión y la muerte. Nuestro pedido al Gobierno y a Colombia es que no nos dejen solos otra vez; que no se repita la historia del ganadero víctima de todas las violencias y, de contera, tildado de victimario.

Tierra, pobreza rural y Reforma Agraria

Hoy…, la violencia vuelve a ser la gran preocupación de la Colombia rural. Nada más ayer, en la Junta Directiva de FEDEGAN, los reportes de los representantes de las regiones ganaderas eran alarmantes.

Pero en medio de esa vorágine de violencia el país se olvidó de la tragedia de la pobreza, que algunos convierten en bandera para el populismo promesero y para alimentar el odio entre colombianos, en tanto que los bandidos que dicen defender a los pobres, justifican con ella su violencia mientras los hacen más pobres, los hostigan, les roban sus hijos para la guerra y, con ellos, les roban la esperanza.

 ¿Preguntémonos entonces cuál es la causa real de la pobreza rural? La respuesta inmediata es culpar a la violencia, pero si les preguntamos a las Farc, que se ganaron sin votos sus curules en el Congreso, nos contestarán que es la concentración de la propiedad de la tierra. No pueden responder de otra forma, porque con esa bandera secuestraron, asesinaron, extorsionaron, reclutaron y abusaron de menores, y se robaron miles de hectáreas que nunca devolvieron.

No. El país debe abrir los ojos frente al cuento populista de que un campesino sin tierra es pobre y uno con tierra deja de serlo como por arte de magia; un cuento con el que se incita al odio entre colombianos y se engaña al propio campesino, tanto al que le dieron su parcelita y hoy es pobre con título de propiedad, como al que la sigue esperando.

Lo cierto es que las entregas de tierra de la reforma agraria, que no llegan al millón 800 mil hectáreas en seis décadas, sirvieron para justificar su propia burocracia, incluido un pasado de corrupción en el INCORA, pero no han movido un ápice los indicadores de pobreza rural. ¿Por qué? Porque más de la mitad fueron vendidas por los campesinos que iban a dejar de ser pobres con ellas, porque nunca tuvieron como hacerlas productivas, y las restantes quedaron en rastrojos.

Hoy, 63 años después de la primera ley de Reforma Agraria, y a pesar de sus fracasos, persiste la obsesión por redistribuir la tierra. Desde su campaña, el presidente Petro se comprometió con el punto 1 del acuerdo Santos-Farc, y sus amenazas de expropiación en campaña causaron sobresalto, como sorpresa su anuncio de comprar la tierra a precio comercial.

En ese contexto favorable firmamos el Acuerdo para la compra directa de tierras ganaderas, aunque los resultados no han sido alentadores. Hasta el pasado 21 de noviembre los ganaderos habían presentado 1.432 ofertas por un total de 601.911 hectáreas, de las cuales solo se habían comprado 48 predios que suman 14.260 hectáreas.

Los ganaderos hemos cumplido y seguiremos cumpliendo, pero el bajo volumen de compras no guarda relación con los anuncios del Gobierno sobre la destinación de 5 billones de pesos a este objetivo en 2024, ni con su compromiso de entregar tierras con proyectos productivos, ni con su anunciado interés en darle cumplimiento a la Reforma Rural Integral.

Entre tanto, el presidente busca a toda costa flexibilizar las condiciones para la expropiación con indemnización y la extinción de dominio por incumplimiento de la función ecológica de la tierra, mientras no desperdicia ocasión para acusar a los “hacendados feudales”, que así llama a los propietarios de la tierra, de bloquear esas iniciativas para seguir esclavizando a los campesinos, a los que incita a la movilización popular.

La extinción de dominio para tierras incultas existe desde la Ley 200 de 1936, y desde la ley 160 de 1994 para el incumplimiento de la función ecológica de la tierra, en tanto que la expropiación con indemnización existe desde la Ley 135 de 1961, argumento que ha utilizado el Gobierno para afirmar públicamente que no está inventando nada.

Y es cierto, no inventa, pero sí recorta. Pretende quitarles a los propietarios la fase judicial, es decir, el derecho a defenderse ante un juez en los procesos agrarios, establecido en el Decreto Ley 902 de 2017, dejándolos a merced de una decisión administrativa y sumaria.

Falló el Gobierno en su primer intento, con un “mico” en la Ley del Plan que ya tumbó la Corte Constitucional. El segundo avanza en el proyecto de Ley ordinaria de la Jurisdicción Agraria que hace trámite en el Congreso con una profunda contradicción, pues el Gobierno argumenta que los procesos agrarios en la congestionada jurisdicción ordinaria son una traba para la adquisición de las tierras que necesita, pero entonces, ¿por qué eliminar la fase judicial en la misma norma que soluciona el problema y crea jueces exclusivos para esos procesos?

Si la estrategia de arrebatarnos recursos judiciales obedece a las afugias presupuestales del Gobierno, estamos ante una amenaza, pues se privilegiará la extinción de dominio, no solo porque le sale gratis al Gobierno, sino porque la determinación del presunto incumplimiento de la función ecológica está en cabeza de autoridades ambientales dispersas, autónomas y cooptadas por el clientelismo regional, y ahora, al parecer, por las autoridades indígenas.

Por ello, los ganaderos de todo el país aquí reunidos:

Rechazamos todo intento de arrebatarnos garantías jurídicas en los procesos agrarios.

Rechazamos el señalamiento de hacendados feudales y esclavistas.

Rechazamos la amenaza velada de la movilización campesina en contra de los propietarios legítimos de la tierra, poque los ganaderos también podemos movilizarnos… y lo haremos pacíficamente.

Invitamos al Gobierno a redoblar esfuerzos para cumplir primero el Acuerdo con FEDEGAN, antes de lanzar señalamientos peligrosos que entrañan una amenaza para los ganaderos en los territorios.

Frente a la necesidad de tierras para Reforma Agraria nos preguntamos: ¿Dónde están las de las Farc?, ¿dónde las arrebatadas al narcotráfico?   Esa debe ser la prioridad del Gobierno, antes que colocar a los propietarios legítimos en estado de indefensión jurídica, para arrebatarles la tierra en procesos administrativos sumarios.

Los ganaderos preservaremos el legado de quienes, en 1963, se reunieron en el IX Congreso Nacional para crear a FEDEGAN, en defensa del legítimo derecho a la propiedad privada de la tierra.      

Reiteramos que no estamos en contra del derecho del campesino a la propiedad de la tierra, pero rechazamos, primero, que se garantice a costa del derecho a la legítima propiedad privada, y segundo, que los programas de reforma agraria no obedezcan a un concepto de desarrollo rural verdaderamente INTEGRAL.

Desarrollo Rural INTEGRAL: la solución

El abandono del campo por parte de los recursos y las instituciones del Estado, que no la violencia ni la concentración de la tierra, es la verdadera causa de la pobreza y de la violencia misma.

Sí, ¡es el abandono!, por cuenta de un modelo paticojo, que privilegió el desarrollo urbano a costa del desarrollo rural y la dignidad de la vida campesina, que aparecen en las promesas de campaña y no en los programas de gobierno, y desde 2016, con políticas erráticas dictadas por una guerrilla comunista y un gobierno entregado a sus exigencias.

Si el abandono es la causa, el Desarrollo Rural INTEGRAL es la respuesta, sin ideologías, que la producción agropecuaria no las necesita; lo que necesita son tractores y vías por donde puedan andar; necesita insumos baratos, asistencia técnica y mercados de buenos precios. Con ideología no ordeñamos una vaca ni cebamos un ternero.

Si producimos más y mejor, todos tendremos más plata en los bolsillos, el ganadero grande, el mediano y el pequeño, y también los trabajadores mejor pagos de las finas ganaderas. Así, sin dejar de tenderle la mano al campesino que quiera comprar o agrandar su parcela, la tierra dejará de ser la obsesión que siempre ha sido.

Entonces, al decir de Saramago, este país ciego verá que la pobreza no es solo un asunto de quién tiene más o menos tierra y de quién no la tiene, porque de nada sirve un pedazo de tierra en medio de la nada, con trochas intransitables que llamamos vías terciarias con excesiva generosidad.

De qué sirve una escritura si no hay conectividad, asistencia técnica, crédito, ¡si no hay mercados! De qué sirve ser propietario si no hay servicios y los hijos del campesino no tienen educación de calidad, ni salud, ni recreación y cultura que dignifiquen la vida rural.

País ciego que no ve, como lo han visto las potencias agroalimentarias, que para aprovechar las ventajas comparativas: tierra, agua, clima, diversidad, que las tenemos todas, hay que sumarle ventajas competitivas: infraestructura física y social, para que luego lleguen la inversión, la tecnología, el empleo. Eso es desarrollo rural integral

La revolución social de las vías rurales primero, como también hemos repetido durante veinte años. El comunismo ultracapitalista chino, aunque les duela a quienes hoy anuncian un futuro poscapitalista para Colombia, en los primeros tres trimestres de 2023 reconstruyó 118.000 kilómetros de carreteras rurales, con una inversión de 50.000 millones de dólares; vías de alta calidad, según el ministro de Transporte chino, “para apoyar la estrategia de revitalización rural del país, acelerar la modernización de la agricultura y las regiones rurales, como también para promover la prosperidad común”. Más claro no canta un gallo, decimos en Colombia.

Ganaderas y ganaderos de Colombia:

Un mensaje de optimismo, o mejor, de tesón y entereza en medio de la adversidad, porque los ganaderos no podemos caer en la desesperanza. La desesperanza enceguece frente al futuro.   

A pesar de la inseguridad por el asedio de la violencia, tenemos ganadería. A pesar de la estigmatización del ganadero con ignominias promovidas desde el gobierno mismo, tenemos ganadería. A pesar del clima, del mercado, de los costos altos y los precios bajos, de las importaciones, de las trochas que llamamos vías, en suma, a pesar del abandono…, a pesar de todo, tenemos una gran ganadería, moderna y sostenible, digna de mostrar ante el mundo.

Tenemos el hato bovino número 11 del mundo

Producimos anualmente más de 7.000 millones de litros de leche y más de 900. 000 toneladas de carne.

En 2023 exportamos carne a 39 destinos del mundo y ya se abrieron las puertas del mercado chino a la carne colombiana, y por fin vamos por el de Estados Unidos .

Administramos con rigor los recursos de la parafiscalidad ganadera. El Fondo Nacional del Ganado le ha cumplido a la salud animal, con la preservación del estatus de país libre de fiebre aftosa con vacunación, avanzamos en la modernización ganadera con enfoque de sostenibilidad a partir de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación. Tenemos un sello con norma ICONTEC de Ganaderís Sostenible, y fomentamos el consumo de carne y leche entre la población vulnerable.

Con el Fondo de Estabilización de Precios promovemos nuestros productos en los mercados del mundo y apoyamos las exportaciones de carne y leche.

No ha sido fácil… Nos preocupa la suerte de 350.000 ganaderos, en su mayoría pequeños y medianos productores dedicados exclusivamente a la producción de leche, gravemente afectados por las distorsiones estructurales del mercado, hoy agravadas por los fenómenos climáticos extremos y por la disminución del consumo, que lesionan el ingreso y amenazan con una crisis social en las zonas productoras.

Estamos con ellos y seguiremos insistiendo en las propuestas de solución que presentamos año tras año, gobierno tras gobierno, siempre escuchadas con interés, pero siempre desatendidas.

Nos preocupa el futuro inmediato; nos preocupa el 2025, porque ya se anuncian las movilizaciones campesinas alentadas desde el Gobierno.  Nos preocupa, sobre todo, la evolución de la Paz Total frente a la poca o ninguna voluntad que percibimos en los grupos armados ilegales por alcanzarla, y nos preocupa porque un eventual fracaso de la Paz Total solo tiene una contracara: la violencia total. Y de la seguridad depende el porvenir de la ganadería.

Nos sigue preocupando la ceguera del país y del Estado frente al futuro del campo, que es el escalón para dar el paso a la verdadera paz y a niveles superiores de desarrollo y bienestar para todos, porque hoy, como hace veinte años, nuestra convicción es inmodificable: La paz de Colombia pasa, necesariamente, por la recuperación económica y social del campo, como lo he señalado permanentemente en las conversaciones con el ELN. No hay otro camino.

Ganaderas y ganaderos:

La gratitud que se ofrece y que se recibe es uno de los sentimientos más entrañables, y por eso quiero expresarla con particular complacencia:

 A la Junta Directiva, que desempeña con lujo su papel de direccionamiento estratégico y de acompañamiento cercano, sin disputarle espacios a la camaradería y la amistad.

A los delegados al Congreso, a los ganaderos presentes y a los que nos siguen en la virtualidad.  

Muy especialmente, a las mujeres ganaderas de Colombia, que cada día son más y con mayor liderazgo en la modernización ganadera.

A Barranquilla, próspera imponente y bella. Al señor alcalde, al señor gobernador y a sus autoridades por su hospitalidad.

A los condecorados con merecimientos de sobra y, muy especialmente, a todos los héroes de la patria, aquí representados en las banderas y los lemas de las cuatro fuerzas, los símbolos que mueven su coraje y su espíritu de servicio a la patria. Gracias señor general Hugo López por acompañarnos.   

Siempre he pensado que una sociedad que no honra a sus héroes…, dejará de tenerlos, y nosotros los ganaderos, y la patria entera los necesita. Sabemos que una medalla y un pergamino son apenas un símbolo, pero ustedes saben que la verdadera gratitud está en nuestros corazones.

A los invitados especiales, conferencistas y panelistas que han sido generosos con su saber y con su tiempo.

A los medios de comunicación que cubren para el país los temas ganaderos y la realización de nuestro Congreso.

A esos otros héroes y heroínas, los funcionarios de FEDEGÁN, los que están aquí y los que desde Bogotá y todos los rincones del país, aportan su esfuerzo al éxito de este congreso y a que todos los programas y servicios continúen sin novedad, entre ellos la campaña de vacunación. A nuestro ejército de vacunadores, que se entregan con pasión, a veces temeraria, al logro de un objetivo que han hecho suyo.

Siempre discretos y diligentes, cordiales y dispuestos, hoy quiero rendirles un homenaje de gratitud y aprecio, en el que les pido acompañarme con un sonoro aplauso, y a ellos les pido que se pongan de pie para recibirlo.

Finalmente, inmensa gratitud a María Fernanda, esposa y compañera de mil luchas, la madre de cuatro hijos que hoy nos enorgullecen, la empresaria que no se amilana ante la dificultad, la mujer vertical en defensa de sus convicciones, pero también generosa y sensible frente a los necesitados, actitud que inspiro en 2007 la Fundación Colombia Ganadera, FUNDAGAN, creada y dirigida por ella durante los primeros años, antes de ser atrapada por el ejercicio digno de la política, a donde llegó también con el ánimo de servir, que siempre ha sentido como su misión de vida.  Mi corazón contigo María Fernanda.

Ganaderas y ganaderos de Colombia:

Les dejo un inmenso abrazo, un abrazo ganadero y mis mensajes finales:

Contra la inseguridad…, solidaridad, unión gremial y colaboración civilista con las autoridades.

Contra la estigmatización…, la verdad y los argumentos.

Contra los tiempos difíciles…, el tesón y el orgullo con que los hemos superado en el pasado.

Y no olviden…: Unidos somos más…, más hombres y mujeres construyendo la nueva ganadería colombiana.

MUCHAS   GRACIAS.

Congreso Ganadero y Seguridad Solidaria

* NOTA: Las opiniones expresadas en esta publicación no necesariamente reflejan el pensamiento de www.agriculturayganaderia.com y son responsabilidad exclusiva de quien las emite y/o de su actor.

Por: José Félix Lafaurie Rivera * / Autor Invitado

Agricultura & Ganadería

(JFLR – Viernes 29 de noviembre de 2024).- Escribo estas líneas en la hermosa ciudad de Barranquilla, en una pausa del 40º Congreso Nacional de Ganaderos, que dedicamos en esta ocasión a la SEGURIDAD SOLIDARIA, porque los congresos gremiales, y el nuestro muy en particular, se concentran en los temas que generan a sus afiliados mayores expectativas, pero también en los que representan mayores amenazas, y no hay duda que la seguridad ha vuelto a ocupar el primer lugar en la lista de preocupaciones de los ganaderos colombianos.

Nos preguntamos en el Congreso sobre el porqué de la pobreza rural, a la que algunos le adjudican como causa la violencia narcoterrorista que hoy impera en lo que se ha dado en llamar la “Colombia profunda”, y otros, entre ellos los bandidos que ganaron sin votos sus curules en el Congreso de la República, no se apartan de su discurso comunista de que la causa de la pobreza y de todos los males es la tierra, para ellos mal repartida, una bandera con la cual justificaron durante décadas el secuestro, el asesinato, la extorsión, el despojo y toda la violencia, con la que, literalmente, destruyeron el campo.

No. La violencia, como la pobreza, es apenas un resultado; ¿un resultado de qué? Aunque este país ciego se obstine en no querer ver lo que es una realidad de bulto, la pobreza y la violencia, que se volvieron parte del paisaje rural colombiano, son un resultado inevitable…, DEL ABANDONO.

No en vano llaman a esos inmensos territorios la “Colombia profunda”, en una especie de confesión de culpa, porque a ella no han llegado, ni el Estado con sus recursos e instituciones, ni el progreso, ni el bienestar; solamente 300.000 hectáreas de coca y la violencia derivada del narcotráfico, de la minería ilegal, de la extorsión y de toda suerte de atropellos contra una población vulnerable y, para colmo de males, abandonada por el Estado que debería protegerla.

Es en ese entorno de violencia, generado por las luchas entre bandidos para garantizar el control territorial necesario para preservar sus rentas ilícitas, en el que está obligada a moverse la actividad ganadera, porque, sencillamente, los ganaderos no podemos llevarnos nuestras vacas para otra parte.

Por esta razón, el tema central de Congreso fueron las propuestas de solución que la Junta Directiva de FEDEGAN les ofrece a los ganaderos del país a través de sus organizaciones regionales afiliadas, para enfrentar ese clima de violencia creciente que hoy los amenaza, inicialmente con las Brigadas Ganaderas Solidarias, creadas en 2022 como una respuesta a la oleada de invasiones de tierras que se generó por cuenta de los anuncios del Gobierno sobre distribución de tierras.

Las Brigadas Ganaderas Solidarias, basadas, como su nombre lo indica, en la solidaridad, pero también en la interacción cercana, permanente y civilista con las autoridades, fueron exitosas en su propósito de evitar las invasiones y lograr la acción oportuna de las autoridades. Por ello, bajo esos mismos principios, y a partir de un sistema de alertas tempranas con base en la utilización de tecnologías de comunicaciones, se crearon, comenzando 2024, los Frentes Solidarios de Seguridad y Paz, que fueron lanzados oficialmente durante el Congreso y de los cuales ya hay 129 en operación con más de 8.000 ganaderos afiliados.

Comienzo tienen las cosas; logramos el objetivo de sembrar conciencia sobre la seguridad solidaria, pacífica y civilista en colaboración con las autoridades. Logramos abrir caminos para enfrentar la violencia que nos amenaza, desde una perspectiva que no nos aleje de la paz, sino que nos acerque a ella.

* José Félix Lafaurie Rivera, presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán). @jflafaurie

Con el próximo gobierno…

* NOTA: Las opiniones expresadas en esta publicación no necesariamente reflejan el pensamiento de www.agriculturayganaderia.com y son responsabilidad exclusiva de quien las emite y/o de su actor.

Por: José Félix Lafaurie Rivera * / Autor Invitado

Agricultura & Ganadería

(JFLR – Viernes 22 de noviembre de 2024).- Sí…, y con el próximo…, y así sucesivamente. En esas estamos desde 1975, hace cincuenta años, cuando un ELN derrotado pidió negociar con el gobierno López y, desde entonces, se repite ese ciclo engañoso: diálogos, con acuerdos o sin ellos, qué más da, si no se cumplen; luego rompimiento por alguna salvajada del ELN, como la de Machuca (1998), donde murieron 86 personas, o la de Bogotá (2019), que cobró la vida de 22 cadetes de la Policía; todo para reiniciar el ciclo como si nada, con el próximo gobierno…

Por eso no deberían sorprender tanto las declaraciones de Pablo Beltrán, jefe negociador del ELN, de dejar el proceso avanzado “para que próximos gobiernos le den continuidad”, una afirmación que da pistas sobre las verdaderas intenciones del ELN, pues ni siquiera se refirió al próximo, sino a “próximos gobiernos”. ¿Acaso esa es la directriz escondida de su VI Congreso: negociar-atacar; negociar con el Gobierno Central y atacar en las regiones buscando balcanizar el país?

Lo cierto es que, si alguien piensa que la paz con el ELN está a la vuelta de la esquina, es mejor que se vaya desencantando, con el presidente en primer lugar, para quien la firma de un Acuerdo Final con el ELN es cuestión de honor, pues ya sea por exceso de confianza en la presumible empatía entre una guerrilla comunista y un gobierno de izquierda, o bien, como parte de promesas de campaña, llegó a ofrecer que “en tres meses firmamos la paz con el ELN”. Así las cosas, que no sea en tres meses, siempre que sea durante su gobierno.

Por ello el presidente auguró que, de no haber Acuerdo antes del 7 de agosto de 2026, “no creo que haya próximo gobierno que haga la paz con el ELN”, lo cual también podría interpretarse -vaya uno a saber- como una velada confesión de las pocas posibilidades que el mismo Petro le ve al Pacto Histórico para 2026, pues, como están las cosas, solo un “próximo gobierno” de izquierda seguiría sentado en una mesa con el ELN.

Las declaraciones del comisionado de paz no son menos dicientes: “Si el proceso de implementación no empieza en el 2025 habremos fallado y el proceso tiene tres componentes: transición a la vida civil, transformación territorial y desescalamiento del conflicto”. Otty no puede decir nada diferente, pero él bien sabe que en apenas dos meses no empezará implementación alguna y que es imposible desarrollar esos tres componentes de aquí a mediados del 26, sobre todo en un proceso tan frágil, en el que el ELN se mueve como elefante en cristalería.

Hoy mismo, mientras se reanudan los diálogos en Caracas sin la manifestación INEQUÍVOCA de voluntad de paz que la delegación gubernamental exigió a raíz del atentado en Arauca, en el que murieron tres soldados, el ELN responde con una manifestación INEQUÍVOCA, pero de su falta de voluntad de paz: otro atentado en el que mueren cinco soldados, paradójicamente en Anorí, Antioquia, donde hace 51 años el Ejército Nacional le propinó su peor derrota histórica, que estuvo a punto de propiciar la entrega incondicional al Gobierno López.

Finalmente, son inquietantes las últimas declaraciones del presidente, por X, como es su costumbre, en las que no solo coincide con el ELN en que “han llegado los tiempos para el poscapitalismo”, un poscapitalismo que “no se decreta, se hace”, sino en las que anuncia que “Con el ELN hemos decidido buscar el cambio del método del diálogo”. ¿Cuál es el nuevo método?, ¿qué pasó en la reunión preparatoria de Caracas?, ¿de qué me estoy perdiendo?… ¿Hacia dónde vamos?

* José Félix Lafaurie Rivera, presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán). @jflafaurie

Chocó: con el agua y la violencia al cuello

* NOTA: Las opiniones expresadas en esta publicación no necesariamente reflejan el pensamiento de www.agriculturayganaderia.com y son responsabilidad exclusiva de quien las emite y/o de su actor.

Por: José Félix Lafaurie Rivera * / Autor Invitado

Agricultura & Ganadería

(JFLR – Viernes 15 de noviembre de 2024).- El Chocó, que debería ser un emporio de turismo ecológico internacional, es una esquina de convergencia de todas las ilegalidades, desde la minería ilegal, el narcotráfico y el lavado de activos, hasta el tráfico de migrantes, en medio de la corrupción galopante de su clase dirigente, si es que la hay.

El departamento ocupa el primer lugar en explotación de oro en aluvión con 37.841 hectáreas, lo cual no sería negativo, de no ser porque 33.938 de ellas, ¡el 90%!, son explotaciones ilícitas en zonas de Reserva Forestal.

Según la UNODC (2023), Chocó pasó de tener pocos cultivos de coca a convertirse en “zona de expansión” (entre 5.000 y 20.000 ha). Adicionalmente, su línea costera es ruta diaria de grupos narcotraficantes, todo lo cual configura un entorno de ilegalidad que explica las luchas por el control territorial, principalmente entre las Autodefensas Gaitanistas y el ELN.

Hay más primeros lugares: Colombia es el país más lluvioso del mundo y su región más lluviosa es… Chocó, por lo que es el más perjudicado por la ola invernal, con inundaciones en 22 de sus 31 municipios y 33 mil familias afectadas, 72% de la afectación del país, en un departamento que también encabeza la lista de pobreza monetaria, con el 67,7% de su población en esa condición.

En ese duro contexto, con la tinta aún fresca del comunicado expedido en Caracas para tratar de encontrarle salidas a un proceso suspendido por cuenta del atentado terrorista contra una base militar en Arauca, que costó la vida a tres soldados y dejó gravemente heridos a 27, el ELN decreta un paro armado en la zona más vulnerable del Chocó en donde confluyen tres grandes ríos, dejando confinadas bajo amenaza a más de 45.000 personas.

Por eso el paro armado no solo es un “acto de perfidia”, sino una infamia que el ELN, cínicamente, pretende legitimar con un “corredor humanitario”, como una suerte de graciosa concesión a la violencia inmisericorde. ¿Qué hay detrás de lo que es la antítesis de una manifestación INEQUÍVOCA de voluntad de paz?

Del VI Congreso del ELN (junio 2024) se esperaban lineamientos de compromiso con los diálogos, pero no se conoce el documento final, sino apenas un comunicado con más de lo mismo: proclamas antiimperialistas, una reafirmación gaseosa de “su voluntad de paz y su compromiso para cumplir lo acordado en la Mesa de diálogos con el Gobierno”, que se contradice abiertamente con su violencia indiscriminada en los territorios.

No faltaron las alusiones camufladas legitimando la lucha armada, como la solidaridad con “los luchadores revolucionarios del mundo” y la “reafirmación que sólo (sic) la lucha y movilización creciente de las masas” logrará la transformación de Colombia, ¿hacia qué?, ¿hacia dónde?; ¿acaso hacia una sociedad poscapitalista, es decir, socialista, como expresaron en el primer punto de su declaración de principios de Caracas para la reanudación de los diálogos? 

El país conoció el documento final del V Congreso del ELN de 2016. ¿Cuándo conoceremos el del VI Congreso de 2024? ¿Acaso la unidad de mando no es tan monolítica como lo proclama el comunicado? ¿Con cuál ELN está negociando el Gobierno, con el que se sienta a la Mesa a hablar de paz, o con el que persiste en la guerra en los territorios? ¿Acaso hay una agenda oculta orientada a seguir “dorándole la píldora” al Gobierno y al país, para lograr “sus transformaciones” en la Mesa, pero bajo la presión extorsiva de las armas en los territorios?

A las Farc les funcionó esa especie de “paz a las malas”, que no es la paz que Colombia anhela y merece.

* José Félix Lafaurie Rivera, presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán). @jflafaurie

Exportaciones de ganado en pie frente al bienestar y sanidad animal

* NOTA: Las opiniones expresadas en esta publicación no necesariamente reflejan el pensamiento de www.agriculturayganaderia.com y son responsabilidad exclusiva de quien las emite y/o de su actor.

Por: Miguel Ángel Lacouture Arévalo* / Autor Invitado

Agricultura & Ganadería

(MALA – Viernes 15 de noviembre de 2024).- En días pasados se llevó a cabo el taller realizado por la WOAH (World Organisation For Animal Health) y WOAHM Américas, más familiarizada como OMSA, (Organización Mundial de Salud Animal), en el que quedó demostrado con claridad, que los exportadores de ganado en pie en Colombia (Gold Land, Expoganados, Grupo G4 Caribe e Inversiones Bonanza), son ejemplo en el mundo en Buenas Prácticas de Bienestar y Sanidad Animal y, Logística de exportaciones de ganados en pie. Si alguna falla llegó a ocurrir en el pasado, quedó en la historia. A través de Aexgan, ha sido posible estos reconocimientos y éxitos en las materias anotadas.

Los exportadores de ganados en pie han venido realizando talleres con los elementos de la cadena agroindustrial de producción, transporte y exportación de ganados vivos, para lograr los máximos índices de bienestar animal en todos sus eslabones, lo que ha llevado a que las cinco libertades animales:

1/libres de hambre,

2/ de sed,

3/ de temor,

4/ de molestias, dolor y,

5/Que puedan expresar comportamientos naturales, estén garantizadas desde el nacimiento hasta la llegada a los puertos de destino de los países demandantes.

En el proceso de garantía de las libertades animales, los conductores encargados del transporte deben certificarse por el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), para garantizar el buen trato a las reses durante el transporte y no se violenten las garantías de bienestar y sanidad

Todos los predios base de producción, recepción y alistamiento de los exportadores de ganados en pie, tienen certificación de Buenas Prácticas Ganaderas (BPG), que conllevan producción y prácticas sostenibles de la res a exportar desde el nacimiento, levante, preceba y ceba., con destino a la exportación en pie.

El hato ganadero colombiano hoy es de 29.072.000., 12º global, de estos se extrajeron 302.266., machos enteros a la exportación en pie, tasa de extracción efectiva de 1.04%, lo que permitió posicionar a Colombia en el ámbito mundial en el puesto 11º y 4º en América en ingresos de divisas, 8º en número de reses exportadas, con costo ponderado por res el 11º, US$764 por res ($3.361.600).

Los resultados logrados han permitido que esta agroindustria de exportación ocupe el 5º lugar de las exportaciones del sector agropecuario, por encima de sectores del banano, aceite de palma y sus fracciones, malta tostada tabaco y otros.

La agroindustria de exportaciones de ganados en pie navega sobre diversos factores que han hecho que el volumen exportado a corte de octubre de este año sea de 179.473 cabezas, por Us$135.322.642, muy a pesar del empeño y esfuerzo por parte de los cuatro exportadores, se ha menguado, temas como la mayor devolución del Real frente al Dólar, en comparación con el Peso colombiano, mejoramiento genético de las razas en Brasil, les permite menor tiempo para lograr pesos ideales de exportación, generando menores costos de producción, así como la participación de nuevos países en el negocio, Venezuela y Ecuador en ciernes, han hecho que los resultados a la fecha de corte no sean los más alentadores. Si a lo anterior se le suma la incertidumbre e inseguridad jurídica que brinda este gobierno frente a esta agroindustria, encontramos los resultados que hoy los regulares resultados, muy a pesar de los buenos resultados logrados en temas de bienestar y sanidad animal reconocimiento expresados en por la WOAHM y WOAHM Américas.

La agroindustria en los últimos años ha sido blanco de ataques de animalistas, ambientalistas y veganos, por razones baladíes, hoy superadas, la exportación de ganado en pie ha retornado “valor” a la ganadería y ganadero y, estabilidad al precio al ganado en todo el territorio colombiano.

Cualquier movimiento en las exportaciones de ganado vivo, afectará el precio del ganado en todo el territorio nacional, hasta tanto no se haya penetrado en grandes mercados de China efectivamente y, Estados Unidos la admisibilidad sanitaria, de ingreso de “carnes” de bovinos.

PD.: Los servicios que presta el ICA, (Instituto Colombiano Agropecuario) al ganadero en particular, deben mejorarse para lograr la efectividad de la empresa ganadera colombiana, celeridad en la expedición de guías sanitarias, chapeteada, así como en las respuestas a solicitudes y peticiones elevadas ante la entidad.

* Miguel Ángel Lacouture Arévalo, Práctico en Desarrollo Rural y Agropecuario. @lacoutu

¿Hasta cuándo… ELN?

* NOTA: Las opiniones expresadas en esta publicación no necesariamente reflejan el pensamiento de www.agriculturayganaderia.com y son responsabilidad exclusiva de quien las emite y/o de su actor.

Por: José Félix Lafaurie Rivera * / Autor Invitado

Agricultura & Ganadería

(JFLR – Viernes 8 de noviembre de 2024).- ¿Hasta cuándo Catilina, abusarás de nuestra paciencia?, famosa frase con la que Cicerón inició la primera de sus “catilinarias”, como se conocen sus discursos en el Senado de Roma contra un mañoso conspirador. 

Cuando me enteré, con más indignación que sorpresa, del anuncio del ELN de otro paro armado en Chocó desde el 9 de noviembre, llegó la frase a mi memoria y la parafraseé para mis adentros: ¿Hasta cuándo ELN, abusarás de la paciencia del pueblo colombiano?

De cumplirse el paro, sería un acto de “perfidia”, expresamente proscrita en los acuerdos firmados, no solo por el hecho mismo de un hostigamiento injustificado a poblaciones vulnerables, sino porque se anuncia justo después de la reunión de Caracas para evaluar la crisis de las negociaciones y acordar nuevos términos. ¿Por qué? ¿No será porque no cumplieron ninguno de los anteriores? 

Esos nuevos términos, declarados por el ELN ante los delegados del Gobierno Nacional, de los países garantes y acompañantes, del enviado especial del secretario general de la ONU y ante la Conferencia Episcopal, incluyen los “principios básicos”, entre otros la buena fe, cumplir lo acordado, no firmar lo que no se puede cumplir, asumir responsabilidades y decir la verdad al país.

¿No se sonrojaron siquiera?, me pregunto, pues mientras declaraban buena fe y pretendían borrar dos años de incumplimientos, su Frente de Guerra Occidental anunciaba amenazante el paro armado.

Si de asumir responsabilidades se trata, como presidente de FEDEGÁN, no como miembro de la delegación, exijo que se aclare si ellos perpetraron el secuestro del ganadero Cristian Serrano en Rio de Oro, Cesar, el 7 de noviembre, mientras negociaban. De ser así, que lo devuelvan de inmediato.

Si de buena fe se trata, ¿por qué el paro armado y los hostigamientos a la población? ¿Por qué persistir en el secuestro extorsivo?, ¿por qué dejar vencer el cese al fuego con argumentos espurios de incumplimiento del Gobierno? ¿Por qué 16 ataques contra la Fuerza Pública desde del vencimiento del cese? ¿Por qué los atentados a la infraestructura petrolera?, 27 entre agosto y septiembre, la mayoría presuntamente de su autoría, pues son los de mayor presencia en la zona y expertos en esa modalidad terrorista.

Si, como afirman los analistas, de lo que se trata es de presionar al Gobierno y sentarse a la Mesa desde una posición de fuerza… ¿es esa una demostración de buena fe, de la voluntad inequívoca de paz que debe inspirar unos diálogos que pretenden alcanzarla?

Finalmente, cuando leo los 13 principios planteados, me queda el sinsabor de la posición edénica del ELN y, también, más preguntas que esperanzas.

Para el ELN, la paz empieza con ellos y con ellos termina el conflicto. Lo mismo pensaban las Farc y hoy estamos hasta el cuello de narcotráfico y violencia. Si ya refundamos el Estado al amaño de las Farc en 2016…, ¿qué exigirán los elenos en un eventual Acuerdo Final que, además, van a estirar hasta 2026?

Personalmente, no puedo suscribir, como condición, que el horizonte del proceso sea una “sociedad Post capitalista” (sic), pues se infiere el fin de la libre empresa y la economía de mercado, esencia de nuestro ordenamiento democrático. ¿Qué vendría después?, ¿acaso el socialismo puro, la economía centralizada y la pérdida de libertades? No es en vano la estrambótica exigencia de que “EE. UU. no objete la solución política del conflicto”.

No me parece el resultado de un “examen franco y profundo” del proceso, como reza el comunicado conjunto. Más me parece la continuidad de un abuso del ELN contra la paciencia del pueblo colombiano. Por eso repito con Cicerón… ¿Hasta cuándo?

* José Félix Lafaurie Rivera, presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán). @jflafaurie

Peligrosa Jurisdicción Agraria

* NOTA: Las opiniones expresadas en esta publicación no necesariamente reflejan el pensamiento de www.agriculturayganaderia.com y son responsabilidad exclusiva de quien las emite y/o de su actor.

Por: Miguel Ángel Lacouture Arévalo* / Autor Invitado

Agricultura & Ganadería

(MALA – Viernes 1 de noviembre de 2024).- Con el “Mensaje de Urgencia” (Art 163, Superior), presentado por el gobierno al Congreso, toma inusitada importancia la Jurisdicción Agraria (P.L 183/2024 de agosto 27/2024). El mensaje de urgencia, tiene efecto de aceleración del trámite, prelación en el orden del día y reducción a debates conjuntos de las comisiones del Congreso, en algo parecido al ingratamente recordado como Fast Track.

El tema no debe ser pupitreado por el Legislador, el P.L presentado por el gobierno Petro, afecta de manera grave el “Derecho a la Propiedad Privada”, (Art 58 Constitución, garantiza la propiedad privada y derechos adquiridos con base en las leyes civiles, limitado por la Función Social y Ecológica), poniendo en gravísimo peligro la existencia y ejercicio de la Democracia, así como la existencia de la República (Modelo de Gobierno), construido desde Bolívar y Santander.  “SIN PROPIEDAD PRIVADA NO HAY DEMOCRACIA” (Dr. Jorge E Vélez), la propiedad privada es un pilar importante de todos los derechos consagrados en nuestra carta superior, muy contrario a la colectivización de la propiedad, bandera de los Regímenes Absolutistas que pretende implementar el socialismo e impacta nuestro modelo de propiedad en la constitución.

El reconocimiento de grupos sociales, como sujetos de especial protección por parte del Estado,  no es argumento suficiente para la creación de la Jurisdicción Agraria desde el “Principio de Asimetría” o “De Especial Protección al Más Débil”,  el que teniendo el Derecho de Propiedad, legal y legítimamente adquirido, por el solo hecho de ser “Empresario del Campo”, propietario, antes del inicio del proceso, sus derechos queden en condiciones desiguales frente a quien por vías de hecho (Invasión de Tierras, Usurpación de inmuebles, Avasallamiento), violentan su propiedad sobre el inmueble, que el Estado debe  garantizar.

Acá, no se trata de la existencia de protección reforzada de derechos. ¡No!, estamos frente al desconocimiento directo del Derecho de tenencia y titularidad de un bien, a quien de manera formal y legal se reconoció por el Estado, quie debe hacerlo valer frente a quien se lo está afectando.

La Protección a la contraparte, cae en profunda vaguedad, que conducirá a decisiones por los jueces agrarios soportados en criterios subjetivos, bajo el amparo del “Principio Legal del Bienestar y el Buen Vivir”, ¿cuáles son los parámetros para aplicarlo y criterios para concluir que el titular del Derecho de Propiedad demandado, es responsabilidad de quien se demande este afectando en este vago principio?

Quiebra el Principio de la Cosa Juzgada, conservando el operador judicial agrario competencia sobre las decisiones tomadas ajustadas a los procedimientos, la posibilidad modificatoria posterior a solicitud del quien hace parte de los grupos de especial protección.

Peligroso, la implementación del “Principio de la Permanencia Agraria”: art 5º # 12 “Se garantizará a los sujetos en condición de vulnerabilidad la continuidad en la tenencia y posesión agraria con fines productivos. En consecuencia, las autoridades judiciales evitarán los actos de perturbación o desalojo que interrumpan las actividades productivas necesarias para su autosuficiencia y/o para el logro de la soberanía alimentaria, hasta tanto se expida la providencia que resuelva la controversia.”. El Juez Agrario podrá suspender las acciones policivas, administrativas o judiciales previstas para la protección de la propiedad privada, para hacer cesar la perturbación de la propiedad, cuando quien por vías de hecho ocupa ilegalmente el inmueble, demuestre que lo hace para su autosuficiencia (tres palos de Yuca y, dos matas de guineo), o emprendimiento, para contribuir a la soberanía alimentaria.

Esta es la invitación e incitación a la ocupación ilegal de inmuebles, en palabras llanas, invadan la tierra que la jurisdicción agraria los protege. (Ley Ocupa, España).

Recuerden y tengan claro, lo que estamos afrontando es un cambio de fondo de nuestro sistema de gobierno, expresado en nuestro modelo de República. Lo que hoy es ilegal e ilegítimo, por ministerio de la ley y competencia del operador judicial agrario pasará, a ser legal y legítimo, hasta que se resuelva de fondo la controversia.

Lo más grave de lo expuesto; los operadores de la jurisdicción agraria, hoy no existen con la formación especializada e independencia ideológica política, esta será dada dentro de principios ideológicos socialista, siempre en búsqueda de la Propiedad Colectiva de la tierra, planteada como principio general de esta proyectada jurisdicción.

* Miguel Ángel Lacouture Arévalo, Práctico en Desarrollo Rural y Agropecuario. @lacoutu

Pasó la COP16… ¿Y ahora qué?

* NOTA: Las opiniones expresadas en esta publicación no necesariamente reflejan el pensamiento de www.agriculturayganaderia.com y son responsabilidad exclusiva de quien las emite y/o de su actor.

Por: José Félix Lafaurie Rivera * / Autor Invitado

Agricultura & Ganadería

(JFLR – Viernes 1 de noviembre de 2024).- Quizás desde los Panamericanos de 1971, Cali no se mostraba al mundo como lo hizo con lujo durante la COP16 sobre biodiversidad, que ya terminó y, sobre ella, hay tres aspectos que quiero resaltar:

El primero: Bien por Cali, por su alcalde Alejandro Eder, por la gobernadora Dilian Francisca Toro; bien por la Fuerza Pública que garantizó la seguridad, y bien por las personas y entidades que la hicieron posible; pero, especialmente, ¡bien por el pueblo caleño!, que hizo suya la COP16, se tomó la Zona Verde en el Bulevar del Río y la convirtió en un “evento vivo” que se expandió por la ciudad, con todo y Festival Mundial de Salsa. Yo me sentí en la antesala de su famosa feria.

Segundo: Bien por Bruce Mac Master, la ANDI y el Consejo Gremial Nacional. El 1er Congreso Naturaleza & Empresa en el marco de la COP16 fue una experiencia entusiasta, participativa y aportante del empresariado colombiano, no tanto en discursos y declaraciones, sino en proyectos concretos, hechos y resultados. Lo que a la COP16 le faltó en presidentes, le sobró en empresarios comprometidos. En efecto, sentí a un empresariado que no se deja atrapar en las amenazas del armagedón ambiental, sino que busca y está encontrando salidas, en su mayoría sin apoyo público y, quizás por ello, desconocidas para el país, alimentado por las narrativas del cataclismo mundial.

Conferencistas internacionales, inclusive, se sorprendieron cuando hablé del impacto reforestador de la ganadería sostenible a partir de sistemas silvopastoriles, con capacidad de capturar más CO2 del que emite; como se sorprendieron del liderazgo de FEDEGÁN en sistemas sostenibles de producción ganadera, un esfuerzo de más de 15 años, que mereció el apoyo del Fondo Global Ambiental, GEF, del Banco Mundial, pero no ha merecido el del Estado colombiano.

Eso me lleva al tercer comentario. Ya pasó la COP16…, ¿y ahora qué? No conozco aún las declaraciones finales que se negociaron en la exclusiva y protegida Zona Azul, pero me encontré con el comunicado final de la anterior (Montreal 2022) y su esperanzador titular: “La COP15 finaliza con acuerdo histórico por la biodiversidad”. ¿Acaso la nuestra terminará con otro acuerdo “histórico” y nada más? 

No quiero subestimar la COP16, pero tampoco sobreestimarla. De hecho, la ONU anda por el mundo de COP en COP. Además de la de biodiversidad, la de cambio climático será COP29 en Aserbayán, y la anterior (Dubai 2022), en otro acuerdo histórico anunció “el inicio del fin de los combustibles fósiles”. Hay COP16 para desertificación, la COP15 para humedales será en Simbawe en 2025 y hasta la COP Escazú se ha reunido tres veces.

Todas con sus miles de expertos, ministros y embajadores; todas con sus acuerdos históricos que suscriben muchos y cumplen muy pocos, pues no son vinculantes para las partes.

¿Qué esperamos entonces de nuestra COP16, ni siquiera para el mundo, sino para el país? Pasar de acuerdos y declaraciones grandilocuentes a decisiones de política pública, con voluntad de hacer y con recursos; con menos leyes e instituciones “autónomas” y con más resultados.

¿Qué espera la ganadería? Hemos propuesto establecer 10 millones de hectáreas en ganadería silvopastoril con apoyo del Estado, aunque solo un millón representaría una revolución ambiental y productiva, pero en 2019 el presidente Duque, en otra de tantas cumbres ambientales, se comprometió ante el mundo con apenas 100.000 y no cumplió. Hoy, pese al entusiasmo del gobierno, en nuestro Acuerdo de Tierras para Reforma Agraria no hemos podido hacer una sola hectárea de sistemas Silvopastoriles.

Así es muy difícil. No basta con prometer y asustar con el fin del mundo, hay que actuar.

* José Félix Lafaurie Rivera, presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán). @jflafaurie

¿Y la manifestación inequívoca?

* NOTA: Las opiniones expresadas en esta publicación no necesariamente reflejan el pensamiento de www.agriculturayganaderia.com y son responsabilidad exclusiva de quien las emite y/o de su actor.

Por: José Félix Lafaurie Rivera * / Autor Invitado

Agricultura & Ganadería

(JFLR – Domingo 27 de octubre de 2024).- “Su viabilidad está severamente lesionada, y su continuidad solo puede ser recuperada con una manifestación inequívoca de la voluntad de paz del ELN”

Así termina el comunicado que la delegación gubernamental en los diálogos con el ELN emitió en septiembre a raíz del atentado en Arauca, que dejó tres soldados muertos y 25 heridos. El comunicado no se refería al cese al fuego, no renovado en agosto por la actitud renuente del ELN, sino al proceso mismo, también congelado por ellos unilateralmente con espurias acusaciones de incumplimientos del Gobierno.

¿Quién entiende? En agosto un paro armado en Chocó, hostigamiento que confinó a 45.000 personas durante ocho días; luego el macabro atentado de septiembre, planeado para que fuera tan letal como el de 2019 en Bogotá; una explosión de violencia para terminar enviando, el 9 de octubre, una carta a la jefe de la delegación gubernamental invitando a reanudar los diálogos y expresando su “esperanza de llegar a una solución política”, eso sí, sin dejar de culpar al Gobierno por la suspensión.

Públicamente manifesté que compartía el comunicado de septiembre exigiendo una manifestación inequívoca de voluntad de paz, que debería ser la suspensión definitiva del secuestro. Por ello no puedo compartir el reciente comunicado de la Comisión Gubernamental, en el que se saluda y se acepta apenas una carta de invitación a reanudar los diálogos, además ¡en Caracas!, lo que deja la percepción de que el ELN está manejando a su amaño los hilos del proceso. 

El país se quedó esperando la “manifestación inequívoca” y, a cambio, el 23 de octubre, ¡después del cruce de cartas! y a escasos días de la reunión en Caracas, el soldado Deiber Pérez pisó una mina colocada por el ELN en la Serranía de San Lucas y le fueron amputadas sus piernas. Dos días antes habían atacado la estación de Policía de San Calixto, Norte de Santander, que cobró la vida del subteniente Anderson Gómez y dejó dos heridos, uno de ellos menor de edad. ¿Así piensan llegar a una solución política?

No asistiré a la ronda en Caracas por compromisos gremiales adquiridos previamente en el país y en el exterior, pero no me escudo en esas razones de tipo formal para no expresar mi posición, como siempre lo he hecho en este mismo espacio. 

Hace tres meses le manifesté al presidente Petro la necesidad de una pausa frente a la crisis del proceso para definir un norte más claro. Hoy pienso que, en lugar de una ronda con un dejo de claudicación, sería más prudente una reunión a la que asista el alto comisionado, la jefe de la delegación y el senador Cepeda, para explorar la real voluntad de paz del ELN y exigir unas condiciones que, por lo menos, se acerquen a una manifestación inequívoca.

Creo que el ELN tiene mucho que explicar y mucho en que comprometerse. Nos quedamos sin conocer el mandato de su 6º congreso guerrillero del mes de julio sobre el proceso de diálogos. El país espera que se comprometan con la suspensión del secuestro y que cumplan los acuerdos firmados.

Por mi parte, quedo a la expectativa. Mi ausencia en Caracas no debe entenderse como una renuncia a la delegación. Renunciaré si el Congreso de Ganaderos me lo solicita en noviembre, porque fue el Congreso quien aprobó mi participación, invitado por el presidente Petro hace dos años. No estoy sentado en la Mesa como el ciudadano José Félix Lafaurie, sino como el presidente de Fedegán y miembro del CD.

Aún con mis reservas, espero, como toda Colombia, que el proceso se enrute, inequívocamente, hacia la verdadera paz.

* José Félix Lafaurie Rivera, presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán). @jflafaurie

Menos activismo y más política pública

* NOTA: Las opiniones expresadas en esta publicación no necesariamente reflejan el pensamiento de www.agriculturayganaderia.com y son responsabilidad exclusiva de quien las emite y/o de su actor.

Por: José Félix Lafaurie Rivera * / Autor Invitado

Agricultura & Ganadería

(JFLR – Viernes 18 de octubre de 2024).- Estamos en ambiente de “medio ambiente”. En agosto, la Corte constitucional bendijo el Acuerdo de Escazú, sobredimensionado en sus bondades y subestimado en sus peligros. Esta semana se firmó el decreto que convierte a comunidades indígenas en autoridades ambientales en sus territorios -son los mayores terratenientes del país-, y cerraremos con la COP 16 bajo el lema de “Paz con la naturaleza”.

El medio ambiente es una de esas “causas buenas”, como la paz, que la izquierda convierte en sus banderas populistas, con narrativas fáciles de asimilar sin mayor análisis y, por eso mismo, difíciles de rebatir sin ser estigmatizado como enemigo, de la naturaleza en este caso, o de la paz, como sucedió en el gobierno Santos con la mitad del país.

El actual gobierno levantó la bandera ambiental, inclusive a nivel internacional, con un reduccionismo que arranca aplausos a la galería, pero espanta a sectores más informados: Es simple: Si no descarbonizamos el planeta, la humanidad y la vida desaparecen.

Frente a esa verdad a medias el primer enemigo son los combustibles fósiles que, para el presidente, alimentan la codicia mundial; y el segundo en la lista de enemigos de la naturaleza es… ¡la ganadería!, con ataques que, como presidente de Fedegán, no puedo dejar pasar. 

Es inadmisible que el Ministerio de Minas y Energía lance una campaña de “publicidad negra”, acusando a la ganadería de la deforestación amazónica y de generar el 18% de los Gases Efecto Invernadero (GEI), para rematar con un consejo: ¿Realmente necesitas comer carne todos los días?

Se le olvida al Ministerio que más de 600.000 ganaderos, en medio del abandono y la violencia, producen carne para alimentar al país y venderle al mundo, y que su “consejito” representaría la quiebra y la pobreza de muchos.

No tiene en cuenta que esos parches de selva talada son la negación de la ganadería como actividad económica. ¿A quién le vendo la leche?, ¿cómo llevo el ganado a sacrificio? Ni el Ministerio, ni el gobierno, ni el país, parecen reconocer que la selva está siendo talada por el narcotráfico y que meter vacas en esos parches -eso no es ganadería- es una manera de lavar el delito y desviar la mira del verdadero culpable de la deforestación.

No se preocupó el Ministerio por informarse, y habría sabido que, según la FAO, todos los sistemas pecuarios representan alrededor del 12% de las emisiones de GEI, y la ganadería bovina el 62% de ese 12%, lo que equivale al 7,44%, pero si se trata solo de “las culpas de la vaca”, habría que descontar más, pues esa cifra incluye emisiones de otras actividades en finca y del encadenamiento posterior, como la producción de alimentos y el transporte.

Habría conocido que el sector ganadero es de los pocos que puede captar más carbono del que emite, a partir de ganadería sostenible con Sistemas Silvopastoriles, algo que conozco por experiencia y que invito al ministro de Minas a conocer, en una finca en el Cesar que, al capturar 7 toneladas de carbono hectárea/año, no es siquiera neutra, sino negativa en emisiones de GEI.

Habría sabido el ministro que Fedegán ostenta, desde hace más de 15 años, una posición destacada en el desarrollo de sistemas ganaderos sostenibles; y que le hemos pedido apoyo a los gobiernos para establecer un millón de hectáreas en sistemas silvopastoriles, lo que representaría una verdadera revolución ganadera y ambiental.  

¿Cuándo hacemos la primera hectárea para beneficiarios de reforma agraria? ¿Cuándo pasamos del activismo a las soluciones que transforman vidas y territorios?

Es lo que pedimos los ganaderos desde Fedegán: Menos activismo y más política pública.

* José Félix Lafaurie Rivera, presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán). @jflafaurie